El nombre de éste blog responde a una frase del Dr. Enrique Pichón Riviere, padre de la Psicología Social en Argentina.
miércoles, 25 de agosto de 2010
Si puedes…
Si puedes conservar tu cabeza, cuando a tu rededor todos la pierden y te cubren de reproches; Si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden de ti los demás hombres y ser indulgente para su duda,
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Si puedes conservar tu cabeza, cuando a tu rededor todos la pierden y te cubren de reproches; Si puedes tener fe en ti mismo, cuando duden de ti los demás hombres y ser indulgente para su duda; Si puedes esperar y no sentirte cansado por la espera, Si puedes, siendo blanco de falsedades, no caer en la mentira.
Y si eres odiado, no devolver el odio, sin que te creas por eso ni demasiado bueno, ni demasiado cuerdo; Si puedes soñar, sin que los sueños imperiosamente te dominen; Si puedes pensar, sin que los pensamientos sean tu objeto único; Si puedes acercarte en el Triunfo y el Desastre y tratar de la misma manera a esos dos impostores.
Si puedes aguantar que a la verdad por ti expuesta la veas retorcida por los pícaros para convertirla en lazo de los tontos; contemplar que las cosas a que diste vida se han deshecho, y agacharte a construirlas de nuevo, aunque sea con gastados instrumentos.
Si eres capaz de juntar en un solo haz todos los triunfos y arriesgarlos a cara o cruz en una sola vuelta y, si perdieras, empezar otra vez, como cuando empezaste,y nunca más exhalar una palabra sobre la pérdida sufrida.
Si puedes obligar a tu corazón, a tus fibras y a tus nervios a que te obedezcan, aun después de haber desfallecido y que así se mantengan, hasta que en ti no haya otra cosa que la voluntad gritando: “ Persistir es la orden”.
Si puedes hablar con muchedumbres y conservar tu virtud, o alternar con reyes y no alterar tus personales rasgos; Si nadie, ni amigos, ni enemigos, pueden causarte daño; Si todos los hombres pueden contar contigo, pero ninguno demasiado.
Si eres capaz de llenar el inexorable minuto de sesenta segundos en la distancia final; ¡Tuya será la tierra y cuanto ella contenga y, lo que vale aún más; serás un hombre, hijo mío!
Rudyard Kipling
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