jueves, 4 de marzo de 2010


MUJERES ADICTAS A LA APROBACIÓN
por Alejandra Stamateas



Todas hicimos cosas para agradarle a alguien alguna vez, por ejemplo: a una pareja, a un hijo, a un familiar y eso no está mal. Agradar, significa procurar que la otra persona nos apruebe, piense bien porque queremos quedar bien con los otros. El problema es cuando esto se convierte en nuestra motivación y todo lo hacemos para agradar a alguien.



Las mujeres que viven de esa manera no disfrutan de los resultados porque siempre están pendientes de lo que la otra persona dijo de ellas: si la felicitó, si le gustó o no lo que dijeron o hicieron. No pueden apreciar un buen resultado, ni disfrutar porque tal vez la persona no te dijo lo que querías escuchar, y aunque para vos el resultado es bueno al no aprobarte el otro te angustias.



Las mujeres no nos damos crédito



Nos damos créditos cuando otro nos aprueba: “Estuvo muy lindo lo que dijiste”, “muy bueno lo que hiciste”; entonces ahí sentís que lo hiciste bien. Una mujer que no puede disfrutar de sus propios logros porque espera la aprobación de los demás, es una mujer que tiene problemas en su estima y se transforma en manipulable. Su estima estará ligada a lo que le digan y si lo que le dicen está bien va a tener la estima alta, estará contenta pero si le dicen que está mal, tendrá baja estima. Son personas víctimas de la manipulación, porque el otro te dirá cómo hacer las cosas, para su placer y, lamentablemente, nunca logran dar en el blanco, porque a él un día le gusta una cosa y otro día otra.



No dependo, de la opinión de los demás



La búsqueda de aprobación hace que funcionemos en círculos almáticos.

El alma es cuando actuamos con las emociones: es la mente, la voluntad y las emociones.



Cuando nos relacionamos almáticamente dejamos de conectarnos espiritualmente y los vínculos que el alma hace son pegoteados. Son esas mujeres que no viven si él no las llama, no pueden estar lejos de él, pueden también serlo con una amiga, que si no le aprobó algo se angustia y pone mal. Siempre esperando que el otro haga algo por vos, son relaciones almáticas.



Los vínculos almáticos intensos, siempre terminan mal, porque es una relación que no da libertad al otro, donde hay uno que controla y otro controlado. Vínculos pegoteados son grupos de pocas personas y nunca crecen, no admiten el ingreso de personas nuevas; y a la larga terminan peleándose porque se asfixian.



Tenés que ampliar tu mundo de relaciones interpersonales, tratar con mucha gente, no con una o con dos. Agrandá tu círculo, que siempre haya algo nuevo. Este es un principio espiritual: estamos llamados a ensancharnos, a extendernos, no a hacer grupos pequeños ni círculos cerrados.



Agrandá tus relaciones interpersonales, porque sino terminarás queriendo agradar a otro.



Por eso, las mujeres tenemos que aprender a no hacer relaciones almáticas, sino relaciones en el espíritu.



Buscamos el reconocimiento de un varón



Si lo dice un varón está bien, pero si es una mujer no le hace caso.



Son mujeres que viven tratando de agradar a los hombres, madres desesperadas por querer agradar a sus hijos varones (generalmente la mujer fantasea que en caso de quedar viuda o se separe, el hijo varón la va a sostener, le dará las fuerzas o el dinero.)



¡Dejá de agradar a todo el mundo!



El autoreconocimiento



Es estar en control de la propia vida y tenemos que aprender a reconocernos, felicitarnos. Cada vez que hagas algo la primera felicitación tiene ser la tuya, no preguntes a ver quién te dice algo.



Las mujeres tendemos a criticarnos y esperamos que el otro coincida con nuestra crítica y cuando lo declara, te da bronca. Si sos la primera que se critica, abriste la puerta para que otros lo hagan; debes ser la primera en felicitarte, en motivarte, sino nadie lo hará.



Si alguien de alrededor te felicita, crees que el otro te está mintiendo y decís: “¿Por esto me está felicitando, si es una porquería lo que hice?” Pero si te felicitás y decís: “¡Qué bien esto!” ya te aprobaste a vos misma. Lo importante es que acepte primero que hice las cosas bien, la primer felicitación tiene que salir de tu boca.



Debo motivar a los demás.



Esa es la mejor manera de hacer conexiones de oro. Vivimos en un mundo de falta de motivación y cuando motivamos nos motivamos a nosotros. Lo que estamos haciendo es una conexión de oro con esa persona, una conexión espiritual.

Hay mujeres que se pelean, que creen que han sido sanadas pero dicen: “A mí nadie me va a poner más el pie en el cuello, nadie más me va a insultar, ni pasar por encima, yo voy a decir las cosas como las tenga que decir”



Una persona que grita, que pelea, que se enoja todo el tiempo, que no tiene paciencia con los demás, es una persona que no es sana, de lo contrario no actúa de esa manera. Poner límites está bien pero debo hacerlo con respeto, si no puedo respetar a quien tengo al lado tengo un problema más grande, no fui sanada.

Cuando, en vez de tomar autoridad sobre mi vida, mis palabras y mis acciones, me desboco y hago cualquier cosa, es que no estoy sana.



Porque tenemos problemas de autoestima y de inseguridad nos relacionamos almáticamente. Nos aferramos de las palabras lindas que nos dicen como si fuera lo más importante.



Cuando sentís confianza en vos misma, podés hacer lo que te dicte el corazón sin necesidad que el otro te apruebe. Aquellos que te critican es porque no saben de dónde venís y no saben a dónde vas, por eso lo hacen. El que trata de desaprobarte no sabe ni de dónde venís y a dónde vas ni quién te envió; pero si lo tenés claro digan lo que digan no te afectará.