miércoles, 29 de octubre de 2008

Para pensar...


Recuerdo perfectamente que una noche, en la parrilla del hotel Ritz, un panameño,

Ricardo Pino, hombre extraordinario, empezó una sesión escribiendo en una pizarra unos números; eran simplemente unas sumas.
Escribió seis sumas y en dos de ellas había equivocaciones, las otras cuatro estaban bien.

Al terminar las seis sumas pidió al auditorio que, por favor, le hicieran comentarios de lo hecho.
Todo el mundo se le echó encima diciendo: atención a la suma No.3, le falta el signo de suma, y 4 mas 6 no son 8, sino 10; y llevamos 1; y en la No.5 pasa que 2+2 no son cinco.
El fue preguntando, ¿no hay nadie que tenga nada mas que decirme respecto al trabajo que he hecho?; nadie contesto y el, volviéndose al auditorio, dijo: pensemos que desafortunadamente la relación nuestra ante una pizarra con seis sumas, cuatro de las cuales estaban bien y dos mal, es la que hemos tenido:nos dedicamos a criticar y a chillar contra las dos sumas que no estaban bien,pero no felicitamos al autor por las cuatro que ha hecho bien.

Igual acostumbramos a hacer en la vida. Este es realmente el trato que damos a nuestras relaciones humanas, con esposa, hijos, amigos y compañeros.
Sepamos decir una palabra de elogio, una palabra de agradecimiento por las cosas que están bien y que nos gustan, veremos que con ello estimularemos a los demás a hacer las cosas mejor y al mismo tiempo nos sentiremos mas satisfechos de nosotros mismos al ser sensible a todo lo bueno y lo bello que nos rodea.
Al juzgar, tengamos en cuenta que debemos aportar luz y no calor,

y que 'LAS FALTAS SON GRANDES CUANDO EL AMOR ES PEQUEÑO'.

Para ser sensibles ante el prójimo hay que dedicarle tiempo.
Toma tu tiempo para:
- Pensar, pues es la fuente del poder.
- Jugar, pues es el secreto de la perpetua juventud.
- Leer, pues es la raíz del saber.
- Viajar, pues es de las experiencias mas excitantes.
- Rogar, pues es el poder mas grande sobre la tierra.
- Querer y ser querido, pues es un privilegio divino.
- La amistad, pues es el camino para la felicidad.
- Reír, pues es la música del alma.
- Dar, pues es demasiado corto el día para ser egoísta.
- Trabajar, pues es el precio del éxito.
- La caridad, pues es la clave del cielo... y el cielo empieza aquí en la tierra o no empieza nunca.


Tu vida puede ser lo que tú quieras.No te pongas límites


Gentileza, Marian Benedit

jueves, 9 de octubre de 2008

Uno crece...



Imposible atravesar la vida...sin que un trabajo salga mal hecho,sin que una amistad cause decepción,sin padecer algún quebranto de salud,sin que un amor nos abandone,sin que nadie de la familia fallezca,sin equivocarse en un negocio.

Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe.

Uno crece cuando acepta la realidad y tiene aplomo para vivirla,

Cuando acepta su destino, pero tiene la voluntad de trabajar para cambiarlo.

Uno crece asimilando lo que deja por detrás, construyendo lo que tiene por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.

Crece cuando se supera, se valora, y sabe dar frutos.

Crece cuando se abre camino dejando huellas, asimilando experiencias,¡Y sembrando raíces!

Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos ni prejuicios, cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes, cuando cumple con su labor.

Uno crece cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento...¡Y humano por nacimiento!...

Uno crece cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas.

Recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.

Uno crece cuando se es capaz de afianzarse con residuos de ilusiones, capaz de perfumarse, con residuos de flores...¡Y de encenderse con residuos de amor...!Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe.

Uno crece cuando se planta para no retroceder...Cuando se defiende como águila para no dejar de volar...Cuando se clava como ancla y se ilumina como estrella.

Entonces...Uno Crece


Autor desconocido.
Gentileza, Martín Leonetti